viernes, 8 de febrero de 2013

EL VIENTO PIROPEADOR...


            El viento bebió un par de copas esta noche. Se siente caluroso, atrevido y piropeador. Da vueltas cerca de las hojas, y les susurra palabras que les producen temblor. A corta distancia, dentro de una casa, perfumadas y preciosas unas rosas observan celosas.
            El cortejo avanza.
            Luego de oír varias frases embriagadoras, las hojas se encuentran algo mimosas. El viento aprovecha para invitarlas a bailar. Es una danza tan carnal que hace a la luna sonrojar. Ésta se esconde detrás de las nubes para no mirar.
            La ventisca aumenta su vigor.
            Los faroles conocen muy bien las intenciones de éste piropeador, atenúan su brillo para no molestar a ése bribón malhechor.
            La otra cara.
            Las hojas comienzan a agitarse con temor. Sin la luminancia de los faros, el viento ya no actúa seductor. Avanza irrespetuoso, sin pedir permiso ni perdón. Un farol decide tomar acción: le hace frente a ése malhechor. Pero el viento, embriago y sin control, asesta un golpe que hace desplomar al farol. En lo alto, con sus ojos llenos de entusiasmo, la luna observa con perversión.
            Rebelde y encantador.
            El viento, cegado en su frenesí sin control, choca abruptamente contra un muro; se desmayó. Al abrir los ojos a la luna no encontró. En su lugar, en lo alto, estaba el sol que miraba con horror todo el caos y el dolor que el viento causó. Dentro de una casa, perfumadas y preciosas unas rosas observaban al viento con excitación… 

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