Han
notado que en todo grupo siempre hay un borracho/a que es como cuidar a un
bebé. La similitud es idéntica. Por ejemplo, el bebé comienza a llorar porque tiene hambre y tenes darle la mamadera
(cerveza, fernet, vino, el aperitivo americano que comienza con la letra “G” y quién
sabe que más) para calmar su berrinche. Algunos, cuando toman del biberón
olvidan tragar y salivan su camisa; digo… el babero. Otra cosa en común que
ambos acostumbran volcar/arrojar todo lo que tiene en su zona de alcance y/o
ensuciar las galas de los encargados de cuidarle.
Entretener
a un borracho/a y a un bebé es lo más simple del mundo: con hacer caras
estúpidas o imitar sonidos de animales, se cagan de risa. Más lindo es cuando
nos quieren decir algo pero no se les entiende, no son claros al hablar. Sólo se comprenden balbuceos, risas y sollozos…
Es increíble
cuando los bebés comienzan la rabieta porque quieren ver a “mamá” o a “papá”; lloran
sin cesar porque los extrañan. Con el borracho/a pasa lo mismo, llora porque
quiere ver al “chongo” o a la “chonga”. En esta situación debes mecerlo/a de un
lado a otro lentamente, susurrarle al oído “olvídate, no va a volver”, cantarle
el “arroz con leche” o “Traición a la mexicana”, luego darle el biberón para que
se calme y se duerma.
Seguro
que conoces esas palabras que dicen “dormí como un bebé”… ¡qué oración de
mierda! ¿A quién se le ocurre resolver su noche de sueño con una frase escatológica,
llena de llantos y orina? Creo que los mejores exponentes para ese enunciado
son esos amigos/as borrachos, es un slogan perfecto para ellos.
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