martes, 13 de mayo de 2014

Orgulloso y soberbio.


Orgulloso y soberbio desde lo alto ve a los demás. Sabe que es la estrella, lo sabe de verdad.
Provocador, embustero, narcisista sin igual. Sólo por diversión a mitad de la noche se ponía a cantar. Cantaba mal, pero su presencia hacía notar.
Aburrido, con ganas de llamar la atención, decidió practicar un pequeño truco burlón: aguantó su respiración y sus movimientos congeló.  Sabía lo que iba a pasar; caos iba a engendrar.
El momento llegó. Sus labios con fuerza apretó, no quería arruinar la situación. Sus miradas se cruzaron… el caos no sucedió. Se abrumó.
“¿Qué pasó?”, se preguntó. “Yo sé que me vio”, se repitió. Aturdido en sus pensamientos quedó. La risa de los libros lo despabiló; y sin hacerse esperar los demás se rieron de su acto sin valor.
Abochornado por lo que pasó, pero orgulloso en su pasión, reavivó su postura de provocador y todo pulmón su cantó bramó.  
Silencio…
Nada sucedió.
Las carcajadas estallaron. Un libro al suelo cayó. Unos pasos se acercaron, todos reprimieron su emoción.
Sabe que es la estrella, lo sabe de verdad. Sabe que siempre lo van a mirar.
El momento llegó… se repitió. Se abrumó.
No lo podía entender. Ni un segundo de interés. “¿Qué era eso que sacó de su bolsillo?”, se preguntó.  “Me observa, luego, observa a ese aparato que sacó de su bolsillo ¿Qué es?”. Siguió preguntándose.
Los días pasaron. Estaba débil, no cantaba, no provocaba… Lo miraban, pero la atención se dirigía rápidamente a ese aparato que odiaba. Eso lo destrozaba. Intentó relacionarse con los demás, pero su soberbia actitud del pasado lo dejo en soledad.
En lo alto, sin ser visto, afligido y maldiciendo tomó la peor decisión. Se soltó del clavo que le sostenía. El silencio reinó. Los libros jamás estuvieron tan callados. Unos pasos se acercaron…
Despertó.
Ahí estaba. En el mismo lugar. Su voz y movimiento recuperó, pero algo cambió. Sabe que ya no es la estrella, lo sabe de verdad…
                

viernes, 8 de febrero de 2013

EL VIENTO PIROPEADOR...


            El viento bebió un par de copas esta noche. Se siente caluroso, atrevido y piropeador. Da vueltas cerca de las hojas, y les susurra palabras que les producen temblor. A corta distancia, dentro de una casa, perfumadas y preciosas unas rosas observan celosas.
            El cortejo avanza.
            Luego de oír varias frases embriagadoras, las hojas se encuentran algo mimosas. El viento aprovecha para invitarlas a bailar. Es una danza tan carnal que hace a la luna sonrojar. Ésta se esconde detrás de las nubes para no mirar.
            La ventisca aumenta su vigor.
            Los faroles conocen muy bien las intenciones de éste piropeador, atenúan su brillo para no molestar a ése bribón malhechor.
            La otra cara.
            Las hojas comienzan a agitarse con temor. Sin la luminancia de los faros, el viento ya no actúa seductor. Avanza irrespetuoso, sin pedir permiso ni perdón. Un farol decide tomar acción: le hace frente a ése malhechor. Pero el viento, embriago y sin control, asesta un golpe que hace desplomar al farol. En lo alto, con sus ojos llenos de entusiasmo, la luna observa con perversión.
            Rebelde y encantador.
            El viento, cegado en su frenesí sin control, choca abruptamente contra un muro; se desmayó. Al abrir los ojos a la luna no encontró. En su lugar, en lo alto, estaba el sol que miraba con horror todo el caos y el dolor que el viento causó. Dentro de una casa, perfumadas y preciosas unas rosas observaban al viento con excitación… 

lunes, 21 de enero de 2013

UN ESPEJO, UN CLAVO Y UN INDIVIDUO.



El espejo danza petulante ante las caricias del viento. Ocupa la misma pared, el mismo lugar de la sala por más de 25 años. Jamás había caído, ni la más intensa ventisca le pudo derribar. Se mofaba de todos los libros, cuadros y adornos que se ensuciaban o que se despedazaban cada vez que caían sobre el frio y desaseado parquet.
            Cansado de la actitud arrogante del espejo el clavo que le sostiene decide abandonar esa vida. No quiere oír nunca más la risa despectiva de esa lámina. No le importa saber cuál será su destino una vez que su cuerpo se desplome en suelo. Él solo quiere librarse. Atrevido comienza a salir del agujero que lo ató junto a ese ser soberbio por más de 25 años. El espejo siente un meneo que le estremece ya que no corría ninguna brisa. Empieza a sudar, a gritar; no comprende lo que sucede. En la pantalla del televisor ve su reflejo: asustado, pálido, borroso… cae. Un estruendoso quiebre de cristales se oye cuando toca el parquet. Libros, cuadros, esculturas, todos adornos de la sala explotan al unísono en una carcajada festiva, jovial, viva. El espejo abochornado comienza a llorar, sus lágrimas se desparraman por todo el piso. La potente risa de los adornos se paraliza cuando alguien entra en la sala. El espejo comienza a respirar con alivio. Sabe muy bien que el individuo que entró a la sala recogerá sus partes, las unirá como ha hecho con otros adornos que sufrieron su misma suerte. Podrá volver a su misma pared, a su mismo lugar. Pero no fue así. Termino en un lugar oscuro, maloliente, con otras desechadas y estropeadas cosas. Comprendió que ese individuo no lo admiraba a él sino que se admiraba a sí mismo. Comprendió que sólo reflejaba imágenes superfluas. Comprendió que nadie querrá reflejarse en algo roto, en algo feo. Comprendió que estaba vació. Comprendió que era un espejo.
            Por otro lado, el clavo, logró su cometido. Se libró de ese ser. Río junto a los demás cuando vio al espejo llorar. Recibió varios aplausos;  fue todo un héroe. Estaba ansioso, no sabía qué pasaría con él. Muchos de los clavos que caían eran repuestos nuevamente. Eso le llenaba de alegría. Tal vez sostendría una bella pintura o una magnifica fotografía. No lo sabía. Su aliento se detuvo por un momento. El individuo regreso a la sala. Sabía que era por él. Así fue. Lo colocó en su antiguo lugar pero se caía. No calzaba en el agujero que ocupó por más de 25 años. Su visión se puso algo borrosa, su corazón comenzó a latir con fuerza, se sintió mareado, se desmayó… Al abrir sus ojos: el horror.  Es dejado de lado por ese individuo que lo puso ahí por más de 25 años soportando a ese ser arrogante. Sin ni siquiera darle otra oportunidad en otro lugar de la pared. Simplemente abandonándolo y dejándolo en una bolsa con otros clavos enfermos, viejos, oxidados…

martes, 20 de noviembre de 2012

YA SÉ QUE ESTOY GORDITO PERO...




            Sí, estoy gordito pero no es necesario remarcármelo. Sé que llega el verano, que nuestros cuerpos deben estar marcados, anoréxicos y blah blah blah. Pero no da que estés caminando por la calle y alguien te de un panfleto que dice “baje 20kg en dos semanas”. Te re baja el autoestima. Peor aún, es pasar frente a una dietética y te que ofrezcan algo para probar. O sea, ¿Lo hacen por qué te ven  gordo, desesperado por comer lo que sea o por qué les da asco ver alguien tan obeso y quieren que cambies tu vida? Lo feo es que no le ofrecen a nadie, sólo lo hacen cuando pasas vos… tal vez, le intereso a la rubia. Seguro que tiene un fetiche con los gorditos, como todas.
            La mayor señal que recibís, la que dice en letras mayúsculas “ESTÁS GORDITO”, es cuando vas a un quiosco y le pedís a señor quiosquero una Coca o una Sprite: el muy forro te trae la LIGHT  de una, ni te pregunta. Y al final te la llevas porque te confunde.
            En definitiva, pizza, hamburguesa especial con papas fritas, pizzanesa, lomitos, torpedos, picadas, cerveza y sushi con champagne. Quedó claro, ¿no?



lunes, 10 de septiembre de 2012

ESE BORRACHO ESTÁ BEBÉ...



         Han notado que en todo grupo siempre hay un borracho/a que es como cuidar a un bebé. La similitud es idéntica. Por ejemplo, el bebé comienza a llorar  porque tiene hambre y tenes darle la mamadera (cerveza, fernet, vino, el aperitivo americano que comienza con la letra “G” y quién sabe que más) para calmar su berrinche. Algunos, cuando toman del biberón olvidan tragar y salivan su camisa; digo… el babero. Otra cosa en común que ambos acostumbran volcar/arrojar todo lo que tiene en su zona de alcance y/o ensuciar las galas de los encargados de cuidarle.
         Entretener a un borracho/a y a un bebé es lo más simple del mundo: con hacer caras estúpidas o imitar sonidos de animales, se cagan de risa. Más lindo es cuando nos quieren decir algo pero no se les entiende, no son claros al hablar. Sólo  se comprenden balbuceos, risas y sollozos…
         Es increíble cuando los bebés comienzan la rabieta porque quieren ver a “mamá” o a “papá”; lloran sin cesar porque los extrañan. Con el borracho/a pasa lo mismo, llora porque quiere ver al “chongo” o a la “chonga”. En esta situación debes mecerlo/a de un lado a otro lentamente, susurrarle al oído “olvídate, no va a volver”, cantarle el “arroz con leche” o “Traición a la mexicana”, luego darle el biberón para que se calme y se duerma.
         Seguro que conoces esas palabras que dicen “dormí como un bebé”… ¡qué oración de mierda! ¿A quién se le ocurre resolver su noche de sueño con una frase escatológica, llena de llantos y orina? Creo que los mejores exponentes para ese enunciado son esos amigos/as borrachos, es un slogan perfecto para ellos. 

lunes, 3 de septiembre de 2012

¿Existe el paraíso?




Criado de pequeño por la doctrina cristiana. Digamos que sé demasiado pero conozco muy poco de estas enseñanzas. A partir de este vulgar entendimiento religioso-católico llegue a la siguiente observación o duda.
No importa Jesús, moisés, Buda, Mahoma o el brazuca que aparece a las dos de la mañana por la TV... siempre es lo mismo: el bien y el mal. Dos conceptos que si sabes cómo combinarlos  y equilibrarlos, en tu vida, jamás vas a volver levantar plegarias.

¿Por qué arrodillarte como esclavo si el esclavista nunca está presente?

La regla es simple: haz el bien, hijo mío, y podrás hacer todo lo que quieras en el paraíso; si haces el mal arderas y sufrirás en las profundidades del averno. O sea… que si disfrutas beber, fumar, tener sexo o ir al baño anda preparándote porque vas a nadar en un mar de lava. Magnifico. ¿Por qué magnífico? Porque gente importante, de la historia del mundo, va a estar ahí: Ludwig van Beethoven, Albert Einstein, Sigmund Freud, la mitad de los Beatles, Freddy Mercury, etc. Es una lista de la puta madre.

En la otra cara de la moneda “el bien”: actuar correctamente, colocar la otra mejilla, ayudar al prójimo, vivir lejos de todo vicio y placer, de esta manera recibirás tu recompensa en el paraíso. ¿Qué carajo quiere decir? Que si, en la vida terrenal, actué “bien” luego llegara mi recompensa de hacer lo que quiera en el paraíso. Perfecto. Quiero beber lo que no bebí, quiero fumar lo que no fume, quiero coger lo que no cogí. Es decir que quiero hacer el mal. Y si Dios es justo como se dice debe mandarme a pasar una velada con Lucifer. Existe la frase que expresa: “Dios es justo y misericordioso” pero sólo se aplica a los “buenos “o aquellos que se arrepienten de haber actuado “mal”. Por tanto, si te arrepentís de algo en tu vida para que seguir viviendo.

¿Existe el paraíso?... Se puede decir que el paraíso esta acá en la tierra, que el infierno y el cielo está dentro de cada uno, que uno puede elegir una vida de placer y goce pero con sufrimiento o, una vida limpia y pura por la eternidad. Miles de respuestas brillantes como estúpidas.
Para ser más preciso, mi pregunta es la siguiente: ¿Hay alguien en el paraíso cristiano?  

viernes, 31 de agosto de 2012

NO TENGO CRÉDITO...



¡Qué gran frase! Sublime. Es la mejor manera de evitar contacto con personas que no aprecias o que rompen un poquito las pelotas. “No te pude contestar, no tenía crédito”; picarones… y picaronas.

Hay quienes abusan de la oración para no responsabilizarse.  
 - ¿Compraste la bebida?
 - No, no tenía crédito.
 - ¿Y qué tiene que no tengas crédito?
 - Y cómo aviso que no voy a poder comprar la bebida.
 - Pero si te avisamos hoy a la mañana que tenías que traer el alcohol.
 - No me llego el mensaje… (Otra gran frase de escapatoria).

Lo que mejor se puede hacer es culpar a las compañías telefónicas. Las empresas son la excusa perfecta para llegar tarde a un lugar y no asumir obligaciones. Seguro que estás lo más tranquilo/a en tu casa antes de ir a hacer la previa y de súbito llegan los mensajes: “¿Dónde estás?”, “¿Vas a venir?”, “trae algo más para tomar”,  “compra hielo”,  “cómprame unos cigarros”, “trae la play”, “trae el TEG o las cartas de póker”. Patente que estás sin vestirte examinando quien sale esta noche por Facebook o viendo el último capítulo de The walking dead, y todavía le faltan 20 minutos para que termine. Al llegar al punto de reunión pedís disculpas por no cumplir tus deberes y descargas tu ira contra Personal, Movistar y Claro. Decís que otra  persona con la misma empresa te manda mensajes y llegan muy tarde. Sacas el teléfono y enuncias: “mirá, recién me llego”. Claro que nadie te cree… pero por eso son tus amigos.
 Es habitual que un par sean los que siempre tienen saldo. Ellos son encargados de mandar los mensajes: “trae hielo” o “¿Dónde estás?” Porque  en la mesa  nadie tiene crédito o les queda poco. O en el peor de los casos: la batería baja.
 ¿Qué pasa con las personas que salen con la batería baja? Están toda la noche: “Tengo poca batería”. Cada 5 minutos chequean la hora, envían mensajes, reciben mensajes, llaman y son llamados pero nunca apagan el teléfono. ¿Acaso les fascina la adrenalina de ver media raya o que diga 10%? Hay gente que hace Bungee jumping, otros que nadan con los tiburones y otros que salen con la batería al 20 por ciento, es una droga… Además es perfecto para cesar largas charlas de mensajes: “Bueno, te dejo. Ya no tengo más batería. Chau, besos”. Jajá, crédulos… y crédulas.
 También están los que tienen el teléfono en “silencioso”. Pero esos/as son los que no te quieren hablar. No valen la pena.
“No tener crédito” es un estilo de vida. Lo importante es no abusar. Porque algún día vas a tener saldo pero a nadie a quien “mensajear”. Sea como sea “no tener crédito”, “tener escasa batería” o tener el teléfono en “silencioso” es una forma de actividad socialmente aceptada....